Dennise y Adrián eligieron la mágica Finca Miravalle para una boda que se sintió como un paseo por un jardín de cuento. Su celebración fue una sinfonía de detalles que evocaba la elegancia atemporal, con un aire romántico que nos recordó a la estética «Bridgerton».

La ceremonia, ante la cascada, fue de ensueño. La bienvenida se marcó con un espejo con borde dorado y una explosión floral en tonos de malva, azul y blanco. Las composiciones, magistralmente colocadas, simulaban nacer del suelo, creando una sensación orgánica de pura naturaleza. El punto focal fue un arco nupcial dividido en dos, rebosante de verde, blanco y azul, un marco idílico. El pasillo se adornó con sillas vestidas con tela blanca, cada una con un delicado arreglo de rosa malva y paniculata.

La atención al detalle fue exquisita. El Rincón de Pétalos era una obra de arte: pétalos blancos en conos blancos, presentados en una camarera de estilo vintage y una mesa rustica con cristales y detalles dorados y espejos. Tras el «sí, quiero», una señal tótem personalizada y cestos con flores guiaban hacia la fiesta.

El Seating Plan fue innovador: tableros de madera sostenían sobres en tonos azules de donde asomaban las minutas, creando un efecto de buzón elegante. La fiesta continuó con más rincones temáticos: un rincón de firmas con escritorio vintage y un Photocall con nuestro Chester marrón, alfombras y un jardín vertical presidido por el neón «Mi casa está donde estás tú». Desde los centros de mesa hasta las letras gigantes con luz, esta boda fue un despliegue de diseño y cariño en cada rincón.